sábado, 12 de noviembre de 2011

Todas las mañanas

"El más terrible de todos los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta" . Federico García Lorca


Todas las mañanas Artur recibe una llamada. Sabe perfectamente que durará unos segundos y no tendrá tiempo de escuchar a su interlocutor. Todas las mañanas Artur es despertado por esa llamada. Puntualmente, a las 7 de la mañana su teléfono suena con una precisión cirujana. Todas las mañanas Artur dedica unos minutos a pensar en su familia gracias a su sobrino, ese interlocutor silencioso que insistentemente le recuerda a través de los tonos telefónicos que tiene una familia en un corrupto país que no le olvida y todos los días reza por él. Todas las mañanas Artur sabe que su sobrino se levanta de la cama arrastrando sus púberes pies para comenzar con una rutina insufrible y vacía, cuasi espartana, encarando un futuro incierto aunque esperanzador (no se puede ir a peor, se dice a sí mismo) y compartiendo una habitación con otros siete jóvenes con la misma llama en sus brillantes pupilas en un colegio mayor de una pequeña provincia. Todas las mañanas Artur sabe que un día más su sobrino no tendrá oportunidad de ducharse y que tendrá que esperar al fin de semana, donde disfrutará en el hogar paterno de la ansiada agua caliente y toallas limpias impregnadas de fragancia de romero que su madre siempre le prepara cuidadosamente. Todas las mañanas, tras ese insistente politono en su móvil, Artur es consciente de que en él se plasman todas las esperanzas de un joven de 15 años que desea con todas sus fuerzas escapar de una situación afixiante y sucia, con pocas perspectivas de futuro. Todas las mañanas Artur quiere abrazar a su sobrino e intentar explicarle que el sueño de Europa es un sueño muerto, una tierra baldía que se está devorando a sí misma. Todas las mañanas, tras esa llamada, Artur hojea las páginas de periódicos en busca de cualquier empleo. Se patea las calles y acude a las entrevistas (si es su día de suerte) más inverosímiles: desde empujador de carritos de centro comercial con inglés bilingüe hasta mozo de almacén con un MBA. Todas las mañanas Artur quiere gritar porque sabe que dentro de no mucho su sobrino no querrá seguir estudiando al cegarse con esos deslumbrantes BMWs y Mercedes traídos de la emigración que vienen sin historia, sin el número de horas y sudor invertido en los neumáticos, sin las depravaciones de derechos ni abusos de patrones. Esos coches sólo aparecen con la premisa de un mundo mejor donde todos los jóvenes pueden enseñar su marca cara de calzoncillos al aire y sobre todo comprar, comprar y regocijarse en los grandes Centros Comerciales. Todas las mañanas Artur  quiere llorar, rendirse, volver a su tierra, pero se sabe responsable de esa esperanza y utopía ajena. Su hazaña hace que su sobrino tenga motivos para levantarse todas las mañanas y marcar febrilmente su número de teléfono, con una ilusión desbordada y alegría desmesurada de alguien que sabe a ciencia cierta que "hay vida ahí fuera". 

miércoles, 19 de octubre de 2011

Dilema Houllebecquiano

  "El mundo no es un lugar bueno ni bien organizado"
"Uno cobra conciencia de sí mismo en su relación con el prójimo, y por eso la relación con el prójimo es insoportable". Michel Houellebecq. Plataforma



Tras mi paso por Albania, mi segundo viaje no ha podido ser más antagónico: una semana en un "Todo Incluido" en la República Dominicana. Desde un primer momento sabía a lo que iba. No había engaños. Y sinceramente tampoco me apetecía ponerme a pensar en nada más que no fueran 7 días de sol, playa, comida y bebidas gratis. Parafraseando a Elisabeth, después de un  "annus horribilis" me adjudiqué un merecido descanso. 
Cuando se llega a uno de esos paraísos caribeños 24/7, lo primero que ves inevitablemente es esa diferencia jerárquica que a su vez va unida al concepto de raza. Pondría la mano en el fuego al decir que el director del hotel en cuestión era blanco como mínimo, sino encima europeo o americano. Y si encima llegas a salir del "ghetto" paradisíaco te puedes encontrar con otra realidad bastante opuesta a las vacaciones idílicas que tenías programadas. Pero seré franca: en mi miniperiplo fuera del resort, observando diversos pueblos de paso a otro destino de ensueño, no vi pobreza como tal (ojo, que no niego que la hubiera) sino humildad, que son dos conceptos diferentes. Pues bien, uno de mis acompañantes se quedó muy impresionado con esa sencillez, humildad, o pobreza (llámalo X) y desde ese mismo instante le urgió la necesidad imperante de empezar a repartir propinas por doquier a cualquiera que se lo pidiera. En un momento dado tal era su afán altruista y santurrón que empezó a criticar la actitud pasiva del resto del grupo. Como me acabó tocando la moral, le contesté algo así como: "yo no necesito pagar por un lavado de conciencia express". Y es que yo lo veo así. Quizá mi postura sea excesivamente cómoda, egoísta, individualista o incluso imperialista. Pero... ¿realmente 10 dólares van a solucionar algo? No le quito mérito a la gente que hinca las rodillas sobre la tierra baldía, ayudando mano a mano a una población desnutrida presa de numerosas guerras civiles. Esa gente anónima que lo deja todo porque cree que verdaderamente puede poner su grano de arena para hacer de este mundo algo un poquito mejor. Pero personalmente no me gusta este sector de la sociedad de solidarios part-time, que sólo de vez en cuando, cuando está de moda, cuando lo nombran en las noticias, o cuando la realidad te explota en la cara es cuando mueven un dedo para luego proclamarse herederos de Ghandi. Me parece más congruente el aceptar que vivimos en una sociedad capitalista mal que nos pese, y que si no fuera así, probablemente gente de clase obrera occidental no podría permitirse un viaje T/I al Caribe. Esa es la realidad. Si tan injusta es la situación... ¿por qué nadie quiere pagar el doble de lo que cuesta el viaje para fomentar un comercio justo? 
Curiosamente mientras estaba en Punta Cana cayó en mis manos la última novela de Houllebecq, autor que admiro profundamente. Eso hizo que recordara que este escritor, adorado y denostado a partes iguales, escribió otra novela titulada Plataforma, cuyo argumento versa sobre, entre otras cosas, el turismo sexual en Tailandia, de la clase media alta occidental y su ansia por conocer lo virgen, lo inexplorado, sin darse cuenta de que ya no queda nada inexplorado. Trata sobre esa supremacía moral del hombre blanco sobre el resto de las civilizaciones y ese afán por "Macdonalizar" todo para mayor comodidad de los usuarios. Entonces me di cuenta de que me hallaba ante un dilema Houllebecquiano: ¿Debería de seguir con mi actitud pasiva y derrotista sobre la realidad que tenía ante mi o debería de ser parte de esa sociedad progresista, solidaria y altruista que compra de vez en cuando café en tiendas de comercio justo a la vez que camina con sus pantalones Diesel de 100 pavos lavados a la piedra a consta de diversas intoxicaciones orientales. Me temo que una vez más opté por lo primero. 

domingo, 16 de octubre de 2011

Lo grotesco





"La vida, no la muerte, es la gran aventura". Sherwood Anderson

De vuelta a mi realidad cotidiana, una de las primeras cosas que he hecho ha sido empezar a leerme unos relatos de Sherwood Anderson dentro del libro Winesburg, Ohio. A pesar de que el título de su obra más conocida me era familiar debido a que siempre se encuentra en esos rankings que los anglosajones aman tanto, listas tipo "100 mejores libros contemporáneos en lengua inglesa", nunca hasta ahora me había decidido a leer nada suyo. Y cuál ha sido mi sorpresa, que ya en el primer relato escrito a modo de prólogo, El libro de lo grotesco, me encuentro con un relato cuya lucidez me embriaga y me estremece a partes iguales. Una revelación que se me antoja evidente pero a la vez dolorosa, porque corrobora lo que hace muchísimo tiempo llevaba sospechando: vivimos en un mundo de muertos en vida. Anderson en este primer relato nos advierte de todo lo que vendrá después a medida que vayamos navegando por las páginas de su libro: seres totalmente desubicados, solitarios, alienados, dentro de una pequeña sociedad que les asfixia, que poco a poco ha ido matando todos los sueños y anhelos de la juventud, y que hace que se perpetúen en una existencia que no tiene ninguna razón de ser. Todos esos seres son descritos por un viejo escritor en el primer relato como grotescos. Son seres que han perdido esa llama incandescente que brillaba con fuerza en sus años juveniles, pero que por diversas circunstancias se ha ido apagando hasta consumirse sin dejar huella. Como consecuencia de esa juventud y rebeldía perdida, cada grotesco se forja su propia verdad absoluta para poder vivir acorde a ella hasta el fin de sus días, evitando de esa forma cuestionar su propia existencia.

"(...)It was the truths that made the people grotesques. The old man had quite an elaborate theory concerning the matter. It was his notion that the moment one of the people took one of the truths to himself, called it his truth, and tried to live his life by it, he became a grotesque and the truth he embraced became a falsehood.
You can see for yourself how the old man, who had spent all of his life writing and was filled with words, would write hundreds of pages concerning this matter. The subject would become so big in his mind that he himself would be in danger of becoming a grotesque. He didn't, I suppose, for the same reason that he never published the book. It was the young thing inside him that saved the old man".
 


No me ha hecho falta viajar hasta principios de siglo al Middle West americano, ni siquiera he necesitado irme a Albania para darme cuenta de que hoy, más que nunca, los grotescos deambulan por las calles de nuestras ciudades, de nuestros barrios, de nuestro trabajo e incluso los hay precoces: desde nuestras escuelas. Estos grotescos van predicando sus verdades absolutas e imponiendo los criterios adquiridos durante su viaje vital con la esperanza de anestesiar a mentes inquietas o inconformistas porque realmente les temen, porque significan el recordatorio de una vida que pudo ser pero no fue. 

viernes, 7 de octubre de 2011

Viaje interestelar en medio de Europa

"Can a country's people be better than its plans?" 
(¿Puede ser la gente de un país mejor que los propios planes de ese país?) ISMAIL KADARÉ



A la cita de Kadaré, después de mi viaje, podría responder: sin lugar a dudas. Y es que Albania es un pequeño país donde, en boca de un autóctono, siempre que se da un paso hacia adelante, se dan dos pasos hacia atrás. Lamentablemente esos "planes" de los que habla Kadaré siempre suelen estar en manos erróneas. Mi primera impresión nada más aterrizar fue POLVO. Polvo a raudales que se te mete por cualquier rincón de tu cuerpo. Cada vez que realizaba un mínimo viaje (incluso el equivalente de ir y volver del trabajo) me tenía que cambiar de ropa. Y es que los albaneses no han sido privados sólo de un reconocimiento en la vieja Europa, sino también de cualquier tipo de infraestructura, por muy básica que pensemos que sea. De nada sirve que los más de 3 millones de emigrantes que están fuera del país enviando remesas (es el mismo número de población que tiene el país dentro) lo inviertan abriendo cafés con aires cosmopolitas neoyorkinos o londinenses en honor a sus países de adopción  si al salir del local no encuentras algo tan básico como una acera o una alcantarilla. por no hablar de los cortes de luz, que, según me dijeron, han mejorado en los últimos años, pero me temo que tienen que ver con la ausencia de semáforos en funcionamiento en Tirana (en otras poblaciones directamente no había ni semáforos). Pero la realidad albanesa es extremadamente dura y a la vez contradictoria. Dura porque no hay familia que no tenga a alguno de sus miembros trabajando en el extranjero, normalmente sin papeles, sin saber cuándo podrá regresar por miedo a no encontrar otro medio de vida. Y contradictoria, porque a pesar de haber tenido desde su apertura a occidente tras la caída del comunismo una gran afluencia de cultura gracias a su población emigrante no parece haber adoptado la principal máxima que hace que un país se desarrolle: educación. Andando por las calles es muy fácil encontrar cualquier pieza importada para tu nuevo y flamante Mercedes, o Smartphones de última generación vendidos en puestecillos callejeros. Pero te las desearás para encontrar una librería. Albania es un país con escasa producción propia. Prácticamente todo lo que consumen es importado, lo que me hace pensar, ¿no deberían de invertir en educación para formar a sus futuros ingenieros, arquitectos y médicos? La apertura hacia occidente fue brutal. De la noche a la mañana cambiaron la hoz y el martillo (impuestos) por un volante de Mercedes (reitero lo de Mercedes porque ese coche es su única religión). 
Pero sin lugar a dudas el mayor choque cultural que sufrí fue durante mi viaje hacia el norte del país. Creo que debo de ser una de las pocas personas occidentales (no exagero) a las que se le han abierto completamente las puertas en un mundo tan remoto como es el que encierran las montañas de Korabi. En esas poblaciones el código del Kanun sigue tan vigente como hace 500 años e incluso mucho más que con la dictadura comunista (donde estaba ferozmente perseguido y penado por la ley). Como mujer puedo asegurar que el choque fue todavía más brutal. La concepción de la mujer en esta parte del país es el de mera reproductora. En una familia siempre se desea tener hijos varones, ya que éstos son considerados como un bien, una inversión, mientras que las hijas acabarán yéndose con la familia del marido. Las mujeres desde que nacen saben que en el momento de su matrimonio deberán olvidarse de su familia prácticamente, ya que su nueva familia será la del marido. Por lo que pude comprobar, la edad de casamiento de las mujeres solía ser a partir de los 20 años, siendo los 18 la edad de compromiso. El hombre siempre era unos 8-10 años. Desde que la mujer supera la pubertad estará prácticamente encerrada en casa con sus quehaceres domésticos para evitar ser vista en malas compañías o que algún vecino avispado decida que esa chica no es lo suficiente buena para el matrimonio (los vecinos de las mujeres se convierten en espías potenciales cuando alguien busca mujer, ya que siempre se pregunta por el comportamiento de la chica a la gente de su alrededor, y nunca a la propia chica). Curiosamente conocí a dos chicas, de 15 y 18 años respectivamente (la de 18 me confesó en primicia que ese mismo fin de semana sus padres la iban a comprometer) que hablaban un más que aceptable castellano. Ante mi sorpresa ellas me explicaron que lo aprendieron en las telenovelas. Cuando su padre se enteró de que sus hijas hablaban español se maldijo y se echó las manos a la cabeza pensando que el resto de los vecinos iban a pensar que eran unas vagas ya que veían telenovelas en vez de realizar las tareas del hogar. Continuemos. una mujer, una vez casada, no podrá salir sin su marido o familiares. A ser posible siempre tendrá que ir vestida de forma femenina, con joyas (oro) y ligeramente maquillada. Las joyas son un estatus, aunque para mi eran más bien un "sello de propiedad". Por supuesto es inconcebible el ver a una mujer fumar, aunque los hombres fumen y beban a sus anchas. Después de haber superado el shock los primeros días (un día me tuve que quedar encerrada en el lavabo esperando a que el vecino de turno pasara ya que está muy mal visto que un hombre de visita vea a una mujer salir del baño) decidí tomármelo como un estudio de campo y me alegré enormemente de que esa situación fuera para mi pasajera (aunque sufrí mucho pensando en otras, y más sabiendo que no podía hacer absolutamente nada). Así que me dispuse a sacar partido de la experiencia y sumergirme dentro de ese asfixiante mundo femenino gracias a mis intérpretes de español e inglés. Descubrí no sin horror que si una mujer no puede tener hijos será repudiada y su marido se podrá casar con otra, mientras que si un hombre es estéril no pasa absolutamente nada. También descubrí que es una práctica corriente de emigrantes llegar, casarse y dejar a la mujer con su familia a modo de aportación de trabajo casero mientras que los emigrantes vuelven a Occidente a trabajar y a vivir una vida plena de soltero (no sé si ellas se lo imaginan o prefieren no pensarlo, pero en cualquier caso debe de ser inmensamente doloroso ver a tu marido cada dos-tres años, que te haga un hijo y te vuelva a dejar sola con los suegros). 

Sin embargo, como contrapartida, en mi penúltimo día en Albania hice un hallazgo que me alucinó: en días anteriores había estado leyendo en una guía sobre la existencia de ciertas Mujeres-hombres que existían desde tiempo inmemorial en el norte de Albania. Eran las llamadas Vírgenes Juradas. Eran mujeres que en una sociedad eminentemente patriarcal, cuando en su familia no había ningún varón, ya fuera por fallecimiento o por no nacimiento, ellas asumían el aspecto y el rol de un hombre por necesidad para sacar a la familia adelante. Pues bien... ¡conocí a una! Obviamente no llevaba el mismo look que su compatriota de la derecha, pero sin lugar a dudas estaba delante de una. Una tarde cogimos un taxi, y cuál fue mi sorpresa cuando tardé al menos 15 minutos en identificar a un señor orondo con una camiseta sudorosa de los Chicago Bulls y con una voz de cazallero con una mujer. Esa mujer nos explicó que ella había criado al hijo de su hermana ya que ella se quedó soltera (como buena virgen jurada, o quizá lesbiana, añadiría yo) y ahora estaba viviendo en EEUU. Nos lo explicaba llena de orgullo. Esa mujer además de taxista también era camionera y era perfectamente reconocida en todas partes. Varias cosas me sorprendieron: el hecho de que todo el mundo a su alrededor se lo tomara con una naturalidad absoluta y el hecho de que fuera cristiana (llevaba una cruz en el taxi). Y es que allí comprendí que dentro de sus contradicciones, Albania, a pesar de ser una país anclado en cierta forma en las tradiciones y costumbres, a la vez sorprende por su gran tolerancia en otros aspectos: conviven tres religiones sin ningún problema: musulmana, ortodoxa y cristiana (con sus respectivas mezquitas o iglesias), no les sorprende en absoluto la presencia de extranjeros y sus costumbres (por ejemplo yo) y son tremendamente hospitalarios. En ningún momento me sentí amenazada ni excluida por no ser musulmana, y vi que su práctica de la religión era extremadamente laxa (las mujeres no iban con el pelo cubierto, tan solo las abuelas y algunas mujeres de pueblo). También hay que destacar la gran diferencia entre los albaneses de Kosovo (completamente europeizados, muy cool, con sus videos musicales en la MTV albanesa) y los albaneses de Albania. En conclusión, podría estar hablando y escribiendo hojas y hojas sobre este país tan desconocido, pero no acabaría nunca. lo cierto es que pienso volver, ya que soy consciente de que sólo he visto una mínima parte de un asombroso país (Albania tiene más de 400 km de playas que no tienen nada que envidiar a Croacia o Grecia). Sólo espero que la próxima vez pueda chapurrear algo más de albanés. Por el momento alcanzo a decir: faleminderit shumë y mirupafshim

P.D. No pude leer ni una sola página del libro de Kadaré. Oh well, nevermind. Maybe next time :-)




martes, 13 de septiembre de 2011

El país de las Águilas

"Having left, for various reasons, the homeland of epic, they were uprooted like trees overthrown, they had lost their heroic character and deep-seated virtue." ISMAIL KADARÉ


Hoy me embarco en un viaje singular. Voy a conocer Albania, país desconocido donde los haya. No me canso de leer en las escasas guías con las que me he ido topando para preparar mi viaje que es el destino más exótico que podamos encontrar no sólo dentro de Europa, sino incluso en el mundo. Recién salidos de un desgraciado aislamiento político severo al estilo de Corea del Norte, Albania (o Shqipëria, como la llaman los propios albaneses y que significa Tierra de Águilas) se presenta como la gran desconocida. Todo el mundo conoce su capital, con ese nombre tan pintoresco para la lengua española (Tirana), pero muy pocos lograrían situarla en el mapa. Como principal referencia llevo a sus gentes, a las que a través de los años he ido conociendo, y no creo que haya mejor carta de presentación. Ahora mismo tengo una mezcla de excitación y nervios. Llevaré mi cuaderno de bitácora para apuntar con ávidos ojos todo lo que suceda a mi alrededor y las impresiones que me produzca. También voy armada con varios libros de Kadaré, el eterno candidato al Nobel. Debo confesar que he intentado leerlo varias veces, pero por diversas circunstancias no he conseguido acabarme ninguno de sus libros. Espero que su bella tierra montañosa me incite a acabar la tarea empezada. En cualquier caso, este será un viaje que no me dejará indiferente, y estoy convencida que justamente ahora, en la época de crisis económica y existencial que vivimos, hará que me replantee muchas cosas. ¡Nos leemos a mi vuelta!


jueves, 25 de agosto de 2011

Amor filial

"Cuando los padres han construido todo, a los hijos sólo les el queda derrumbarlo".   Karl Kraus.



Ayer vi una película llamada Mi hija Hildegart, dirigida por Fernando Fernán Gómez y basada en un hecho real que estremeció a la España de la 2ª República en el año 33. Narraba la historia de Hildegart Rodríguez, muerta a manos de su madre con tan sólo 18 años. Hildegart fue concebida y criada por su progenitora con la idea de convertirla en la mujer perfecta, en el futuro azote de una sociedad arcaica y supersticiosa. Con 3 años la niña sabía leer, y con 8 hablaba 6 idiomas. A los 17 años se licenció en derecho y llegó a impartir clases en la Escuela de Filosofía en Madrid. A su muerte había conseguido publicar 5 ensayos y estudios y se había convertido en una renombrada intelectual de la época, captando la atención de personajes tan insignes como H.G. Wells. Paradójicamente, aunque la gran mayoría de sus publicaciones versaba sobre la sexualidad femenina, Hildegart murió virgen. A día de hoy las razones que llevaron a su madre a asesinarla siguen siendo meras conjeturas, aunque la principal razón que Aurora, su madre, alegó fue que su querida hija se había alejado de su principal cometido por el cuál había sido engendrada, de su proyecto vital cuidadosamente diseñado por su progenitora.
Tras conocer esta historia no he podido evitar el recordar otros casos semejantes que, desgraciadamente, tampoco tuvieron un final feliz. Me viene a la mente por ejemplo el caso de Marvin Gaye, muerto a manos de su padre, un predicador de “The House of God”, y al que no parece que le hiciera mucha gracia el modo de vida de Gaye, plagado de drogas, alcohol y sexo.
La mitología griega también está plagada de ejemplos de filicidio, siendo Hércules y Medea dos de los más claros ejemplos, aunque en esos casos los hijos son utilizados a modo de venganza más que por decepción.  
Y es que cumplir las expectativas paternas o maternas es un trabajo harto complicado, sobre todo si los padres en cuestión han decidido claudicar (como en el caso de Aurora Rodríguez) de su propia vida en pro de contribuir a crear una imagen mejorada de sí mismos. Sin ser ejemplos tan drásticos, me apena ver a mi alrededor a muchísimos de esos padres y madres cuya vida propia se detuvo desde el momento que se dio a luz a su vástago, poniendo desde entonces todo tipo de ilusiones (presiones) en los hombros de ese futuro mini-yo. Me pregunto cuándo llegará (si llegará) ese punto de inflexión en el que afortunadamente la mayoría de seres humanos se atrevan a rebelarse contra su creador (en sentido metafórico y figurado) y qué desenlace tendrá. Y mientras pienso en esto, me estremezco al pensar de que tengo un nuevo problema en el que pensar: si algún día por fin decido tener hijos, ¿cómo podré evitar no jugar a Dios y plasmar todas mis ilusiones y sueños no cumplidos?


viernes, 22 de julio de 2011

¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?


Escuchando la maravillosa canción de Fred Astaire de repente me he visto transportada a otra época donde los hombres siempre vestían de chaqué y las mujeres se ruborizaban con un simple piropo. Un tiempo en donde la vida era una gran pista de baile con suelos inmaculados en la que dos bailarines se deslizaban sonrientes y radiantes sin importarles nada. Cualquier historiador medianamente crítico en seguida me rebatiría diciendo que estas películas estaban rodeadas de ese halo de magia e irrealidad precisamente para transportar a los espectadores de la época a un mundo alejado de la cruda realidad que estaban viviendo en ese momento. Y lo cierto es que esas películas y canciones conmigo cumplen su función. Y es que cuando la realidad cotidiana se te hace cada día más insoportable, y te sientes asfixiada dentro de una sociedad que no acabas de comprender, es necesario tener unos minutos de calma para poder evadirte y soñar despierta.
El otro día vi la última película de Woody Allen: Midnight in Paris. Lo cierto es que llevaba bastante tiempo queriéndola ver y el otro día pasaba por un cine donde la ponían y no se me ocurrió mejor cosa que hacer en ese momento que entrar. Y este tipo de decisiones espontáneas hace que tu día pueda cambiar radicalmente. Y en mi caso lo hizo. La película me pareció una verdadera maravilla. Un gran homenaje a esa "Lost generation" de los años 20, ambientada en un Paris de ensueño y llena de personajes célebres como Hemingway, Fitzgerald, Dalí, Gertrude Stein o Luis Buñuel. Y a medida que iba viendo la película me pareció tan sumamente bella la propuesta que nos hacía el director... y es que, ¿realmente cualquier tiempo pasado fue mejor? Desde el minuto uno te invade una enorme nostalgia, y yo en concreto me sentí plenamente identificada con el protagonista: tener la impresión de haber nacido en el momento erróneo. Tener la sensación de que en otra época hubiera disfrutado más. En el caso del protagonista eran los años 20... en mi caso... siempre he sentido debilidad por los años 60, pero no los de España (qué época tan gris, tan de NoDo, por dios) sino los del mayo del 68 parisino o los del Swinging London. Desde bien jovencita fantaseaba con el haber vivido Woodstock o irme a manifestar enfrente de la Sorbona. En gran medida siempre me he sentido desubicada respecto a mis contemporáneos. Pero el final de la película de Allen hace que miremos las cosas desde una perspectiva diferente: ¿acaso los jóvenes de los años 20 o de los años 60 no se sentían exactamente de la misma forma? Si hubieran podido, ¿no hubieran preferido trasladarse a otra época de mayor esplendor cultural y social? Entonces, tras esa conclusión, salí con una enorme sonrisa en mis labios pensando que lo que ahora mismo me parece desasosiego y tristeza en un futuro, aunque ahora me parezca inconcebible, será envidiado y anhelado. Los jóvenes del 2065 quizá querrán vivir en el 2011. Y es que cuando miramos atrás distorsionamos e idealizamos tanto la realidad (quizá como un mecanismo de defensa) que todos los malos recuerdos se disuelven en los ríos del tiempo. 

sábado, 16 de julio de 2011

Esperando ....

"Lo que tarda tanto en llegar es igual que si no hubiera llegado, peor incluso, porque el cumplimiento a destiempo de lo que tanto se deseó acaba teniendo un reverso de sarcasmo"  Antonio Muñoz Molina


Aunque no siempre funciona, quisiera creer que la fórmula experiencia vital + años = evolución en la mayor parte de los casos funciona, a veces me encuentro en situaciones (más de las que realmente me gustaría reconocer) en las que la formulita se va al traste. En los últimos meses he seguido y diseccionado detenidamente un tema que por cercanía me llama mucho la atención. Lo cierto es que se podría considerar prosaico y cotidiano, pero ¿acaso nuestra trayectoria vital no está formada de pequeñas anécdotas entrelazadas? Escuchando a una amiga hablar sobre sus estrategias sobre cómo conocer/conseguir al hipotético hombre de sus sueños me deja anonadada y entretenida a partes iguales. Mi amiga en cuestión pasa ya de los treinta,  y se puede decir que ya ha tenido una trayectoria lo suficientemente larga como para darse cuenta de que el cuento chino de los príncipes azules no es más que eso: un cuento chino. Sin embargo, cada vez que se cruza con un hombre del cuál por unos motivos u otros pudiera estar interesada a medio/largo plazo, en seguida se enfunda su traje de dama desvalida y con virtud intacta, a la espera de que ese caballero en cuestión, después de luchar con dragones y ogros, de ir y volver de las cruzadas y de paso de rescatar el Santo Grial sea merecedor de su virtud. Esta situación me divierte y me inquieta a partes iguales, y más si tenemos en cuenta de que estamos en el siglo XXI, y grandes mujeres del pasado siglo XX como Simon de Beauvoir, Doris Lessing o Germaine Greer ya hablaban de la libertad de elección de la mujer a la hora de poder expresarse libremente no sólo en el terreno intelectual, sino también en el terreno sexual. Leo a estas mujeres, sobre todo a Beauvoir y Lessing, que escriben en la primera mitad del s.XX y a la vez me doy de bruces con una situación muchísimo más conservadora en el 2011. Mi amiga le recomienda a su hermana: “por favor, cuando quedes con ese chico espera, no te lances a su cama. Hazme caso”. Y yo me pregunto: ¿esperar a qué? ¿Acaso todavía seguimos pensando que el único que debe disfrutar en la cama es el hombre? Si dos adultos consienten, se atraen y quieren acostarse juntos, ¿qué problema hay? ¿Es cierto que los hombres, a día de hoy, siguen “valorando” más a una mujer que “cuida” su flor, “se hace valer” como dirían nuestras abuelas? ¿O por el contrario es una idea conservadora que muchas mujeres siguen llevando arraigada como herencia familiar? En cualquier caso, a mi me parece (quizá la expresión resulte un tanto exagerada para algunos, pero es como lo siento) una especie de “ablación virtual”. Una mujer que actúa así en ningún momento está disfrutando de su propia sexualidad. No es consciente de que la mujer se lo puede pasar en la cama igual de bien que el hombre. 


El caso es que mi amiga sigue con su vestido de princesa virtuosa, y siempre hace que el príncipe de turno espere y espere, hasta que el príncipe de turno acaba visitando otra torre que no está tan fortificada y deja a mi amiga en la almena  ondeando su casto pañuelo. Y ante esta situación mi amiga siempre responde: no me merecía. 


martes, 5 de julio de 2011

A esa inmensa minoría

"Sólo soy una mujer y ya es bastante" Gloria Fuertes
Aprovechando estos días de festejos del Gay Pride, me gustaría escribir sobre un tema que, a pesar de que a priori pudiera resultar bastante trillado, pienso que sigue a años luz de ser equiparado a la cada vez, afortunadamente, mayor normalización de los hombres homosexuales. Hablo, por supuesto, de la visibilidad de la mujer lesbiana. Aunque suene a tópico, desde mi punto de vista esa llamada "doble discriminación" por su condición de ser mujer y homosexual sigue a la orden del día. Y lo que más me entristece es que esa misma discriminación no sólo es producida por parte de un sector de la sociedad conservador y reaccionario, sino entre sus propios compañeros de batalla (gays) y los llamados progres, y lo que es peor: entre las propias mujeres. Durante estos días, dándome una vuelta por las fiestas del Orgullo, he podido observar y sobre todo escuchar ciertos comentarios jocosos provenientes de "gente liberal" y de gays declarados hacia mujeres lesbianas, tales como: "no me extraña que sea lesbiana; es fea como el demonio"; Y este comentario en concreto me llamó mucho la atención, porque aunque se pudiera pensar que provenía de un consumado hombre machista y garrulo, salía de la linda boquita de una mujer liberada y abanderada del mundo gay. ¿Qué podemos hacer cuando el enemigo forma parte de nuestras propias filas? ¿Será la ignorancia, el miedo, o simplemente la arrogancia? Partiendo de que en mi opinión una orientación sexual debería de ser tratada simplemente como una elección más, como a quien le excitan los zapatos rojos o las mujeres rubias, y que en el ámbito social o profesional no debería de tener mayor relevancia que el hecho de ser heterosexual (que siempre se da por hecho), me parece inadmisible que a estas alturas se sigan mofando de mujeres que aman a otras mujeres. Y cuando no existe esa mofa son desterradas a Oblivion  (el olvido). ¿Seguimos en el 2011 al ritmo de la canción azucarada de Mecano: Mujer contra mujer, y una pareja lesbiana sólo podrá hacer manitas debajo de la mesa? Nada parece indicar lo contrario. A diferencia de países anglosajones, concretamente en los EEUU, donde existe un poderoso lobby de mujeres lesbianas, tales como Ellen Degeneris o Jodie Foster, y con una fuerte tradición feminista, en España esa presencia es prácticamente nula o incluso me atrevería a decir accidental, ya que si existe esa representación ha sido desde rumores y bulos, como por ejemplo el outing de Elena Anaya dentro de los 50 gays, lesbianas y transexuales más influyentes de España. ¿Realmente eso era necesario? ¿Por qué no se respeta la intimidad de una persona si ella lo ha querido así? Y por otra parte, ¿por qué ese recelo de no ser una lesbiana reconocida? ¿Piensa que quizá pueda ser encasillada? En cualquier caso, aunque su decisión me parece legítima y respetable, pienso que todavía hace falta mayor visibilidad e información, y sobre todo, sería bueno el "acostumbrar" a la sociedad a la presencia de mujeres lesbianas en cualquier ámbito. Y sobre todo, las mujeres debemos de apoyar y no censurar o tratar con condescendencia a nuestras compañeras. Ese sería un buen comienzo. Y para terminar un pequeño homenaje a una inmensa escritora y abiertamente reconocida lesbiana, que llegó a ser poeta laureada de EEUU, independientemente de su condición sexual la cuál, por otra parte, jamás ocultó: Elizabeth Bishop.

Insomnia
Elizabeth Bishop (EEUU, 1911-1979)
The moon in the bureau mirror
looks out a million miles
(and perhaps with pride, at herself,
but she never, never smiles)
far and away beyond sleep, or
perhaps she's a daytime sleeper.

By the Universe deserted,
she'd tell it to go to hell,
and she'd find a body of water,
or a mirror, on which to dwell.
So wrap up care in a cobweb
and drop it down the well

into that world inverted
where left is always right,
where the shadows are really the body,
where we stay awake all night,
where the heavens are shallow as the sea
is now deep, and you love me.

*TRADUCCIÓN: La luna en el espejo del tocador/contempla un millón de millas (y quizá orgullosa de sí misma, pero nunca sonriendo), en la distancia y más allá del sueño, o quizá sueñe de día. Si el Universo la abandonara,/ella lo mandaría al infierno/y encontraría una extensión de agua,/o un espejo, donde morar./Envuelve pues tus angustias con una telarañay tíralas en el pozo/a ese mundo invertido/donde la izquierda es siempre la derecha, donde las sombras son en realidad el cuerpo,/donde nos quedamos despiertos toda la noche,/donde el cielo es tan llano como el mar/es ahora profundo, y donde tú me amas.


jueves, 9 de junio de 2011

La bondad de los extraños

"Siempre he creído en la bondad de los extraños". Un tranvía llamado Deseo

A veces, no con mucha frecuencia hay que decir, todos los planetas se alinean de forma que surge una súbita muestra de bondad por parte de perfectos desconocidos de una forma totalmente altruista y desinteresada. A veces, un completo extraño te tiende la mano sin esperar nada a cambio. Su ofrecimiento no está sujeto a ninguna agenda oculta, a diferencia de tu primo, por ejemplo, que no para de ponerte excusas cada vez que le pides que te eche una mano con el ordenador, o de esa ex compañera de clase que se pone a silbar cada vez que le preguntas si habría alguna posibilidad de conseguir una entrevista en su empresa, porque en el fondo de alguna forma se siente amenazada por tu candidatura. Ambas situaciones tienen algo en común: debido a los vínculos, ya sean afectivos, sanguíneos o amistosos, se sienten obligados. Todos sin excepción nos hemos encontrado alguna vez a ambos lados del espejo. Incluso muchas veces una acción que a priori resultaría solidaria, esconde intereses ocultos, ya sea la propia redención de uno mismo o una limpieza de conciencia con resultados tan inmaculados que ni el mejor detergente podría conseguir. Por eso, cuando los astros se conjugan para que presenciemos un acto de bondad por parte de un perfecto extraño hay que mantener los ojos bien abiertos y disfrutar del momento, ya que nuestra sonrisa y fe en la humanidad se incrementará con creces. A veces parece que esos momentos tienen la frecuencia del cometa Haley. Pero tener el privilegio de ser partícipe y sentirnos Blanche Dubois por un día en un perfecto mundo de belle sureña donde no existe la maldad es impagable. 

sábado, 4 de junio de 2011

Epifanía postmoderna


"Hay hombres que luchan un dia y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles. " Bertold Brecht

En un lugar de una plaza de cuyo nombre no quiero acordarme deambulaba un veterano activista, curtido en las artes de la dialéctica y la lucha de base. Más de veinte años a sus espaldas avalaban su experiencia en la lucha obrera. Ínclito personaje que se dejaba caer en todas las asambleas de barrio y centros sociales okupados. Su presencia era requerida en cualquier tertulia underground que se jactara de ser  exitosa. Una de sus tareas principales consistía en aleccionar a los nuevos cachorros del colectivo contra los males del capitalismo. No en vano él era una de las pocas personas del circuito que se había leído y había estudiado concienzuda y genuinamente (y no sólo lo simulaba, como muchos de sus compañeros y compañeras) todas y cada una de las obras de Engels y Marx, incluyendo su voluminoso El Capital. Como buen sofista dedicaba largas horas a preparar sus discursos y teorías. No en vano la forma en la que se transmitía sus enseñanzas debía de ser sumamente cuidada, ya que era primordial que estas ideas se quedaran plasmadas en las conciencias de los jóvenes militantes.
Pero eso eran otros tiempos. Ahora miraba atónito cómo la Plaza estaba llena de jóvenes entusiastas e idealistas, tal y como él mismo se consideraba a lo largo de toda su trayectoria vital. Observaba cómo estudiantes de apenas 20 años tenían una idea clara: estamos hartos de ser manipulados y queremos ser escuchados. No podía dar crédito a lo que estaba pasando. Él que desde su época universitaria siempre se había movilizado, organizando asambleas horizontales, okupando casas y creando centros sociales autogestionados junto con otros compañeros. Viviendo un desalojo tras otro y vuelta a empezar. Viendo pasar durante sus años de convivencia comunal a mil y un mangantes escondidos bajo una fachada reivindicativa. Recuperándose de cada decepción sufrida por parte de compañeros que se fueron alejando de la lucha por uno u otro motivo. ¿De qué le habían servido tantos años de estudio, de sufrimiento, de insumisión, de encontronazos con la policía? ¿Cómo era posible que unos mocosos, de un día para otro consiguieran lo que él llevaba anhelando durante más de veinte años? ¿Las redes sociales? ¿El contagio de las revoluciones en Egipto, Libia…? Una pandilla de niñatos declarados “apolíticos” que seguramente no sabrían ni quién era Marcuse, se decía así mismo en voz alta.
Precisamente – le respondió sonriendo una joven mientras le entregaba una pancarta. 
El veterano activista, encogiéndose de hombros, cogió la pancarta que le tendió la joven y se unió al grupo. 

martes, 10 de mayo de 2011

Tú no lo puedes entender. No tienes hijos

Estaba tranquilamente conversando en mi trabajo sobre mi experiencia en el campamento irlandés cuando una de mis compañeras me pregunta: ¿no te impresionó el hecho de tener que trabajar con niños con enfermedades serias? A lo cuál le contesté: lo cierto es que a los cinco minutos me olvidé de que esos niños estaban enfermos. Al fin y al cabo de eso se trataba: de que se sintieran niños normales en un ambiente normal sin ningún tipo de discriminación ni favoritismo por el simple hecho de estar enfermos. Entonces ella me miró con cara de absoluto pavor y me dijo: Ah claro. Tú no lo puedes entender porque no tienes hijos. En ese momento si hubiera sido un dibujo animado hubiera echado humo por las orejas. Realmente estoy muy cansada de que se me tase por mi función ovarial, y más cuando aún cuando esa tasadora es una mujer como yo, que me mira con una superioridad increíble por el simple hecho de haber parido. ¿Pero qué es esto? Sinceramente no entiendo a estas mujeres que de un día para otro se despiertan creyéndose supermamás y les va la vida en ello. Es muy loable que realicen su función con dignidad y con todo el amor del mundo. Pero por favor, ¡que nos dejen a las demás en paz! Siempre tratándonos con condescendencia: ayss, es que claro, tú tienes tanto tiempo libre... como diciéndome que mi tiempo no tiene ningún valor para la humanidad, ya que en vez de emplearlo en criar a un futuro abogado o ministro he decidido irme al cine. Una amiga mía siempre se está quejando de la presión social que sufre al haber tomado la decisión de no tener hijos. Decisión por otra parte más que respetable, y responsable: ¿para qué traer al mundo a un niño cuando no te apetece tenerlo? En mi caso esa decisión no está tomada, pero pasados los 30 el reloj biológico (bueno, en realidad ese reloj biológico se llama presión familiar por parte de abuelas, tíos, padres, etc) cada vez suena más fuerte. Y es en estos días, cuando una siente la presión inevitable del tiempo y es sabedora de que tiene que tomar una decisión que le afectará inevitablemente el resto de su vida (Ok, quizá me haya quedado un tanto catastrofista, pero en gran medida es verdad) es cuando más desearía ser un hombre como Papuchi o Anthony Quinn, que hasta el último momento de sus vidas fueron grandes engendradores.

lunes, 9 de mayo de 2011

El trabajo ¿dignifica?

"El obrero tiene más necesidad de respeto que de pan." (Karl Marx)
Hace meses que sigo con interés las noticias relacionadas con la avalancha de suicidios que se han cometido en France Télécom supuestamente a raíz de la privatización de la empresa y del cambio de estilo de gestión. Ya van 60 suicidios, y seguimos contando. Y lo peor de todo es que la noticia ya no hace la primera plana en un periódico. Nuevamente la hemos engullido, nos hemos familiarizado con ella como si fuera lo más normal del mundo: que en una misma empresa 60 personas se quiten la vida en un breve periodo de tiempo. He llegado a leer incluso que la media de suicidios del pais es más alta que la media de la empresa, y que por lo tanto no debería ni ser noticia. No sé lo que opinaréis, pero para mi esa afirmación es dedeznable. Y más cuando uno de sus últimos empleados se ha llegado a quemar a lo bonzo. ¿En qué nivel de desesperación se encontraría esa persona para cometer semejante acto?
El hecho de que una persona decida quitarse la vida debido a la presión laboral me impresiona notablemente, ya que yo, personalmente,  nunca contemplaría esa razón para acabar con mi vida. Y me puedo poner en el lugar de cualquiera de los trabajadores fácilmente. Por eso me impresiona tanto. Siento una total empatía ante esa situación porque yo misma la he sufrido en mis carnes. Yo misma he sido una empleada en una gran multinacional que, en los últimos años, a pesar de no tener pérdidas, no han llegado a alcanzar las cifras de sus previsiones y, por lo tanto, han tenido que hacer "reajustes". Independientemente de despidos o prejubilaciones (en esas circustancias, sinceramente, es la forma de salir más airosa), la presión que se empieza a ejercer sobre los trabajadores que no entran en esos planes de despidos es inaudito y desalmado. No es la primera vez que he escuchado el comentario: fulanito es director europeo. Imagina qué hijodeputa debe de ser y a cuánta gente debe de haber pisado para haber alcanzado ese puesto. Y eso dicho en boca de alguien cercano a ser un miembro honorario de la "obra" (ya me meteré de lleno otro día en ese tema tan contraductorio). Señores: ¿soy tan ingenua para alucinar con ese comentario? ¿Realmente  un alto ejecutivo o directivo con personas a su cargo debe de ser desalmado, frío y despiadado? Lo siento, pero no comparto en absoluto esa teoría. Sigo pensando que la motivación y el respeto mueve montañas, pero parece ser que en ciertos sectores y países (y por lo que veo en España está a la orden del día) es el trato común. Durante mis años en una gran multinacional he podido comprobar ciertas tácticas de presión. La más común es reducir tu autoestima al tamaño de un guisante. Debes de ser una persona realmente fuerte y con las ideas más o menos claras para no sucumbir ante esta estratagema. No sólo es una presión por parte de tus jefes, sino que tus compañeros colaboran indirectamente. De la noche a la mañana te das cuenta de que no tienes compañeros, sino escoltas de paisano que vigilan cada uno de tus movimientos: a qué hora sales, cuánto tiempo te has tomado en el café, con quién hablas... 
En estos trabajos tienes la presión por parte de los jefes a los cuáles no les importa que tengas vida exterior (se considera una actitud poco proactiva el salir a tu hora), ni que estés totalmente desmotivada (¿acaso no hemos hecho suficientes team buildings? La palabra desmotivación no puede estar dentro de nuestro diccionario corporativo). En una multinacional cuelgan por todas partes posters con la "misión" del departamento y lo bien que se trabaja en equipo, pero a nadie le importa si tu abuela se ha puesto enferma. En una multinacional eres un engranaje que tiene que trabajar de forma precisa y sin salirse del rail. En el momento que la pieza falla eres reemplazable. Si por cualquier circustancia, minucias y rollos legales, no es fácil echarte, te aislarán del entorno y te proporcionarán trabajo aún más insignificante como poner sellos durante ocho horas o simple y llanamente nada (y no hay nada peor que estar 9 horas sin hacer absolutamente nada). Eso si, no se les ocurrirá algo tan fácil como cambiarte de departamento o reciclarte, o proporcionarte nuevas tareas. En el momento que mencionas la falta de motivación suenan toas las alarmas y hay que deshacerse del sujeto en cuestión.
Me entristece muchísimo pensar que 60 personas no vieron salida a ese terrible monstruo corporativo. La salida es largarse de allí por patas. ¿Problemas económicos? Ya habrá otra manera de solventarlos, pero lo principal es salir de alli, ver la luz y volver a quererse a uno mismo. Este engendro gigantesco no se para ante nada ni nadie y tratará de engullir tu alma con tal de llegar al profit deseado.

sábado, 30 de abril de 2011

Somewhere over the rainbow... la la la

"Somewhere over the rainbow way up high, there's a land that I heard of once of a lullaby"


No, no me he vuelto loca, pero un par de semanas más de terapia de choque y quizá si lo hubiera hecho. ¿Hubiera sido malo? Pues la verdad es que no lo sé. La eterna lucha entre escoger la pastillita de soma o resignarse a vivir en un mundo que es de todo menos perfecto. Traigo a colación esta versión azucarada de la canción de Judy Gardland porque es lo que he estado escuchando gran parte de mis días en el campamento. A mi llegada se nos recibió con una buena hoguera de campamento, con sus palos y sus marshmallows (esponjas de dulce) para quemar en el fuego. En un segundo me vi trasladada a cualquier peli americana de campamentos, desde Viernes 13 hasta American Pie. Y el caso es que no sé si por el atontamiento del humo de la hoguera, la musiquilla del ukelele, las caras sonrientes de los jóvenes WASP que me daban la bienvenida... el caso es que me gustó, lo reconozco. En un segundo me vi trasladada a hace más de 15 años, cuando todavía el cinismo no había crecido en mi; en definitiva, cuando era una joven inocente y naïf que pensaba que podía cambiar el mundo simplemente con el chasquido de mis pulgares y un par de canciones. Cantar a la luz de la hoguera y mirando un cielo estrellado alejado de cualquier contaminación lumínica, pasando a mis compañeros galletitas de chocolate y demás dulces, intercambiando pequeñas confidencias positivas y totalmente irrelevantes. Para mi al principio fue un verdadero shock cambiar de perspectiva, y más cuando una joven veinteañera americana se te acerca y empieza a charlar contigo sobre lo feliz que se siente trabajando en la gran cadena de cafeterías Starbucks. Y yo me tengo que morder la lengua, porque no le quiero fastidiar la noche ni un futuro feliz y brillante. Me tengo que morder la lengua para no decirle que "a su edad" (oh dios, sueno ya como mis progenitores) yo también trabajé en una cadena de cafeterías, y que dentro de su rollito biológico y pro ecológico no dejaban de ser otra multinacional. Porque eso es lo que es mayoritariamente el mundo hoy: carne de multinacionales globalizadas. Pero me mordí la lengua hasta sangrar y le mostré mi mejor sonrisa, e incluso la di algunos consejos para hacer el café más rico. Y todos seguimos cantando sin importarnos que allí fuera se estaban cargando a Bin Laden sin ningún tipo de juicio, o que una boda real a todo lujo iba a tener lugar en un país donde las tasas estudiantiles no paran de subir, convirtiendo la universidad definitivamente en un artículo de lujo. 

jueves, 28 de abril de 2011

Primeras impresiones "On my way to heaven"

"We are earthworms of the earth, and all that has gone through us is what will be our trace".  Seamus Heaney



Voy camino hacia la bella Irlanda para participar en un programa de voluntariado con niños enfermos, así que definitivamente van a ser unos días realmente intensos pero intuyo que a la vez interesantes. Podría resultar sorpresivo que una misántropa se involucrara en este tipo de proezas, pero hey, ¿quién dijo que la vida fuera simple? En fin, algunas pinceladas desde el aeropuerto de Amsterdam antes de llegar a la isla (el presupuesto no me daba para un vuelo directo):
  • Me doy de bruces con una biblioteca en el aeropuerto, donde nadie teme que le roben los libros y confían en la buena voluntad de la gente. Y lo mejor de todo: ¡gente leyendo alrededor!
  • Observo que sigue habiendo una zona de fumadores y a nadie parece importarle/molestarle (a mi a la que menos)
  • Hay una recreación de una sala de estar con juegos y chimenea virtual incluida (otra vuelta de tuerca al postmodernismo flamenco).
  •  Me he comprado un imán para la nevera con una casita del Red Light District. No lo he podido resistir, aunque es tan absurdo como si me hubiera comprado un imán de la esquina de la calle Montera. Lo gracioso es que luego los holandeses se quejan de ser famosos por su turismo sexual ¡Por favor! ¡Si hacen hasta imanes! Eso si, como me lo pillen en el campamento al que voy de voluntaria, en el cuál hay instrucciones explícitas de: 1. No llevar ropa "sexy" ni obscena (símbolos); 2. Siempre irán dos personas adultas acompañando a un niño al servicio (joder el daño que han hecho estos curas católicos y pederastas).
  • He visto a dos pilotos (hombre y mujer) negros. Es la primera vez que veo a dos en un aeropuerto europeo. Tengo la sensación de que la gente negra aqui está más integrada que en el Reino Unido ya que, a pesar de parecer a priori más numerosa, siempre acaban desempeñando el mismo tipo de trabajo, siendo trabajos relacionados con el servicio de la comunidad y para el gobierno local los mejor considerados. Ser piloto definitivamente creo que está fuera de esa esfera. Y me alegro muchísimo de que Holanda sea un país realmente conciliador y progresista y no sólo de "boquilla".
  • He alucinado cuando me han retenido al menos 10 min. en un control porque el guardia holandés de turno pensaba que mi DNI era falso. Es la primera vez que alguien duda sobre mi nacionalidad (más bien siempre ha parecido que la llevo escrita en la frente, a veces muy a mi pesar). Sus sospechas han sido zanjadas en el momento que he abierto la boca y le he dicho con mi acento español: I can asure you that I'm 100% Spanish. I've got other ID's such as my Driving License in case you need it... me ha dejado libre en menos de un segundo. De todas formas ya tenía la segunda línea preparada por si acaso: Anyway, I'm not really interested in smuggling as an illegal inmigrant in Ireland. I heard that apart from weather and food, the economic crisis has hit even worse than Spain, so...
  • Llego por fin al avión. Sólo echando un vistazo a mi alrededor me doy perfecta cuenta de que abandono tierras holandesas (hombres y mujeres altísimos, atléticos y guapísimos) para adentrarme en tierras irlandesas (mujeres y hombres más bien bajitos, regordetes y colorados). Eso si: muy sonrientes y amables. 
 Seguiré reportando....



lunes, 25 de abril de 2011

Un buen chute de Soma y listos

One pill makes you larger. And one pill makes you small. And the ones that mother gives you don't do anything at all.


A raíz de mi último post sobre mis distopias favoritas, he decidido hablar de las diferentes "Somas" que han aparecido a lo largo de la historia tanto ficticias como reales. El soma es la droga que aparece en la novela Un mundo feliz, de Huxley, en la que los personajes que la consumen curan sus penas y evitan sentir tristeza. Si en el año 1932 la forma de píldora era novedosa (la gente del primer cuarto de siglo ya estaba totalmente familiarizada con opiáceos varios) en nuestra sociedad actual esa pildorita se ha convertido en nuestra más fiel compañera de viaje. En la cultura popular siempre se ha mostrado interés por esa píldora milagrosa que nos hace olvidarnos de todo con tan sólo ingerirla. Desde Alicia en el país de las maravillas hasta Matrix (donde uno de sus protagonistas se arrepiente de haber tomado la píldora de la realidad), pasando por esta peli infame llamada Sin límites que ha sido estrenada hace un par de semanas, el ser humano siempre ha mostrado un gran interés en solucionar sus problemas con una sola ingesta. Aparentemente la felicidad y la tristeza dependen de una serie de sustancias que segrega el cerebro. Con una simple toma de Prozac obtendremos ese pequeño empujoncito que necesitamos para enfrentarnos a nuestra rutina, a nuestro día a día. Si a esto le unimos otro pequeño empujoncito vitamínico para tener más energía nuestro día será completo y feliz. Por la noche, al llegar a casa, después de cenar, nada mejor que una pequeña ayudita para conciliar el sueño y no tener ningún sobresalto nocturno , ya que  tampoco viene mal.  ¿Que tenemos un día realmente triste porque se nos ha muerto algún ser querido, hemos sido despedidos o nuestra pareja nos ha dejado? Tranquilidad absoluta, que ya llegan los antidepresivos. Y así se nos van yendo los días, y los meses, y los años... en una perfecta  y legal nube indolora e incolora. Hasta que nos despertamos un día y nos damos cuenta de que efectivamente, las pildoritas han acabado con todas nuestras preocupaciones y problemas, excepto uno: ¿seremos capaces de sobrevivir sin ellas? Bah, es un pequeño precio a pagar con tal de alcanzar la felicidad plena. Al fin y al cabo el dinero no da la felicidad, pero puede que las pastillas si.

domingo, 24 de abril de 2011

Mis distopias favoritas

Según la Wikipedia, una distopia es "una utopía perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal. El término fue acuñado como antónimo de utopía  y se usa principalmente para hacer referencia a una sociedad ficticia (frecuentemente emplazada en el futuro cercano) donde las consecuencias de la manipulación y el adoctrinamiento masivo —generalmente a cargo de un Estado autoritario o totalitario— llevan al control absoluto, condicionamiento o exterminio de sus miembros bajo una fachada de benevolencia". Alucino cuando me entero a través de la wiki que en el RAE no está contemplada esta entrada, pero si está, por ejemplo, la palabra chorba. En cualquier caso, desde que era bien joven, siempre he sentido una especial atracción por esos mundos paralelos, esa otra posibilidad de futuro (siempre pesadillesco y pesimista) que en la mayoría de los casos se nos antojaba como algo plausible. Y resulta que gracias a las tecnologías de la información, una descubre años después que estos futuros alternativos forman parte de una especie de subgénero literario: la distopia. 
Sin lugar a dudas, el libro por excelencia de este subgénero es 1984, de George Orwell, y hoy más que nunca está vigente debido sobre todo a programas de televisión como Gran Hermano (el cuál debe su nombre a un personaje del libro: The Big Brother, el que todo lo ve. La intención de Orwell a la hora de escribir su obra maestra fue el hacer una crítica a los sistemas totalitarios que surgieron a raíz de la Segunda Guerra Mundial, en especial de la URSS, siendo la figura de Stalin muy similar al culto del lider que aparece en el libro. El trabajo del protagonista de la novela es el de reescribir la historia. Curiosamente esta práctica no estaba muy alejada de la realidad en la Unión Soviética (numerosas fotos truncadas y una feroz propaganda ensalzando los bienes del régimen). Orwell se sirvió de esta distopia para advertirnos sobre los peligros de un culto ciego a una ideología política. Desgraciadamente si bien no hay a simple vista un régimen totalitario que amenace nuestra sociedad actual (hablo de Europa occidental), si es cierto que la figura del Gran Hermano nos acecha reencarnada en incontables figuras: desde su sillón de estado proteccionista, "salvando" a la sociedad de los peligros del sexo, del tabaco, de las drogas, de la inmigración... o desde su sofá mercantilista, acechándonos en cada esquina estudiando nuestros hábitos de consumo y creando necesidades a nuestra medida para luego vendérnoslas a precio de saldo.
Otra obra de referencia dentro de las distopias es Un mundo feliz del también británico Aldous Huxley.  Escrito en 1931 (años antes de 1984), a diferencia de Orwell que temía a un futuro privado de información y realidad, Huxley en su distopia particular muestra su temor hacia una sociedad en la que el los avances tecnológicos y médicos y el exceso de información harían que sus habitantes se convirtieran en seres triviales cuya única preocupación sería la ingesta puntual de la droga de la felicidad: Soma. Si comparamos este mundo ficticio y "happy happy" de Huxley a nuestra sociedad actual, ¿no es curioso que no existan tantas diferencias entre esa supuesta droga creada en la imaginación de un señor en los años 30 y el Prozac que tanta relevancia está teniendo en nuestra sociedad del nuevo milenio? Nadie se lleva hoy en día las manos a la cabeza cuando alguien ofrece como cura de todos los males una pequeña pastillita, como si fuéramos Alicia en el Pais de las Maravillas. 
Farenheit 451 es un libro que desde la primera vez que cayó en mis manos (tendría unos 13 años) siempre he tenido en mente de una forma u otra a la hora tomar ciertas decisiones en mi vida. De hecho, este libro me ha influido hasta el punto de decantarme por una profesión muy relacionada con los libros. La metáfora no puede ser más clara: los libros, y pro extensión el conocimiento adquirido es peligroso, por lo tanto la mejor forma para controlar a una sociedad es destruyendo su fuente de aprendizaje. En el caso de la novela de Bradbury, los libros. Y en nuestra sociedad actual... ¿quizá el intentar acotar y limitar nuestro acceso libre a la información y a la cultura, es decir, Internet? En España con la Ley Sinde apunto de ser instaurada, la distopia de Bradbury no nos parece que sea precisamente ciencia ficción. 
Por último, me gustaría mencionar un libro bastante reciente, escrito por Kazuo Ishiguro (excelente autor de libros como Los restos del día) llamado Nunca me abandones. Sin querer desvelar en demasía el argumento del libro, ya que el factor sorpresa es importante a la hora de disfrutar de la novela indaga sobre las implicaciones éticas y sentimentales a la hora de querer mejorar y alargar nuestra vida. ¿Es todo legítimo mientras que el proceso sea transparente? ¿Hasta qué punto el hombre tiene derecho a usar todos los avances tecnológicos con tal de mejorar su calidad de vida? ¿Habría que plantearse un límite o es perfectamente lícito aspirar a una vida longeva si tenemos los medios adecuados? ¿Dónde reside el alma? A priori, para alguien que no haya leído esta magnifica novela, todas estas preguntas pueden resultar un tanto incoherentes. Razón de más para leer esta maravillosa distopia. 
Hay incontables distopias tanto en el cine, como en la literatura e incluso en la música. Partiendo de la premisa de que la distopia ha sido el vehículo perfecto para violar la censura no es de extrañar. Se podría considerar que realmente distopias han existido siempre, y siempre existirán, alertándonos de los peligros de un hipotético futuro como no cambiemos a tiempo nuestro rumbo. Por cierto, cada vez que escucho noticias sobre la central nuclear de Fukushima no puedo evitar acordarme de otra inquietante distopia: La Carretera, de Cormac Mccarthy. 

viernes, 22 de abril de 2011

Moccia y la exaltación del protohombre

Hace un año aproximadamente calló en mis manos un libro llamado 3 metros sobre el cielo, escrito por un tal Federico Moccia. De un día para otro empecé a escuchar este título hasta en la sopa: que si se iba a hacer una película, que si también se iba a hacer una película española. que si estaba siendo un fenómeno de ventas en multitud de países... pues bien, llena de curiosidad se lo pedí a mi hermana y empecé a leerlo. Pues bien, no exagero cuando digo que no llegué ni a la mitad del libro. Es que no pude. Tanto convencionalismo barato, diálogos demenciales de chica "pija" y chico "peligroso" y una brusca subida de azúcar hicieron que desistiera en el primer intento. 
Hasta ahí bien, si no fuera porque en un súbito arrebato de masoquismo hoy he decidido ver la película homónima, interpretada por María Valverde (que hasta la fecha me parecía una buena actriz) y Mario Casas (ídolo de quinceañeras). Los primeros quince minutos ya deberían de darme una pista: esas carreras de motos, toda esa testosterona junta pero no revuelta, esos bíceps y triceps haciendo incontables flexiones, esas camisetas blancas a lo Brando blancas y ajustadas.... suficiente para darse cuenta de que la peli no va a ser un tratado metafísico. Hasta ahí la verdad es que no vi nada excesivamente raro (este tipo de escenas también tienen su público). Pero cuando nos vamos adentrando en ese mundo "atormentado" de Mario, y descubrimos que una de las razones por las cuáles sufre tanto es porque su señora madre se la pega a su padre con el vecino del quinto 15 años más joven es cuando te empiezas a inquietar, sobre todo cuando descubrimos que el alter ego de Mario, H (wow, qué diferencia con Martin), le ha dado ya una senda paliza al amante de su mamá y va camino de la segunda. H parece que sólo arregla los problemas a hostias, y eso parece que le "pone mazo" a la niña pija. Cuanto más la trata como una basura (incluso literalmente, echándola en un montículo de estiércol) ella más se enamora. El personaje de María Valverde es poco más que una mujer florero que sólo pega suspiritos por su macho encabronado cada vez que le llevan la contraria (es decir, siempre). Durante media peli me pasé pensando: María, ¿no te das cuenta de que cualquier día la hostia te la vas a llevar tú como sigas con ese energúmeno? H no duda en partirle la crisma tanto a un hombre de mediana edad que pasaba por ahí como al pijo de turno o a cualquiera de su pandilla que se le meta entre ceja y ceja. En ningún momento nadie cuestiona que quizá el chaval necesite ayuda psicológica. Es fuerza bruta. Pobrecito: al fin y al cabo su madre es una furcia que no cuida de su familia. 
En definitiva: parece ser que nuevamente en Italia está surgiendo la vuelta a los valores clásicos (si clásico entendemos por la vuelta de la mujer a ser objeto y trofeo y el valorar a un hombre por su fuerza bruta). Lo más preocupante es que este libro en concreto no es un caso aislado. Este fin de semana se ha estrenado otra película basada en otro libro del señor Moccia. Me he leído la sinopsis de la peli y el libro (el original, por lo visto la peli es una secuela) y casi me caigo de espaldas. Viene a ser la fantasía de cualquier hombre en plena crisis de los 40. el liarse con una chica de 17. El trailer dice algo así como: "ellos quieren pasárselo bien y ellas buscan el amor". 
Todo esto no dejaría de ser anecdótico si no fuera porque el presidente de Italia suele soltar perlitas como:
"Todos tenemos una parte homosexual, pero la mía es lesbiana"
"Un sondeo dice que el 33% de las jóvenes italianas sí se acostarían conmigo. El resto de las chicas contesta: ¿Otra vez?"
Desde mi posición de mera observadora que no vive en Italia, da la sensación de que una corriente machista se está apoderando tanto de la política (véase al insigne Berlusconi y a sus velinas como estandartes de este incipiente movimiento) como por desgracia de la cultura. Pero vamos, es sólo una sensación y espero equivocarme.