martes, 28 de agosto de 2012

El cuento de la doncella

Todavía pensamos en los hombres poderosos como líderes natos y en las mujeres poderosas como anomalías. Margaret Atwood

Una de las principales razones por la que me atraen las distopías literarias es por la sobrecogedora semejanza que guardan con una hipotética realidad. Y en estos últimos meses en España el ministro de Justicia se ha empeñado en llevar a cabo la fantasía pesadillesca que una vez imaginó Margaret Atwood en su fabuloso libro The handmaid’s tale (El cuento de la doncella). Para aquellos que no conozcan su argumento, este libro versa sobre un hipotético estado teocrático instaurado tras el asesinato del presidente de EEUU. En Gilead, que así se llama este nuevo país, se vive según los valores puritanos restablecidos, llevándose la mujer la peor parte, ya que pasa a desempeñar la única función de ser reproductor  ya que en ese hipotético país hay un problema de infertilidad. Una mujer es valorada dependiendo de si es fértil o no, condenando a mujeres ancianas o no fértiles a un exilio forzoso en una isla contaminada en la cual tendrán sus días contados por el alto grado de contaminación (se rumorea que en esa isla hay altos índices de radiación).
Pues bien, por si alguien aún no es familiar con la situación de España les pongo al corriente: en los últimos meses el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, ha decidido modificar la Ley actual de Aborto en España, en la cual la actual regulación establece el aborto libre hasta la semana 14 y hasta la 22 en caso de riesgo de la vida o la salud de la mujer o graves anomalías en el feto. Gallardón piensa que algunos de esos supuestos deben de ser revisados. Y entre esos supuestos se encuentra el de la minusvalía o malformación. Al ministro le parece inconcebible el “condenar” a un no nacido a la muerte por el hecho de tener algún tipo de minusvalía. Pero paradójicamente sus colegas en el gobierno, lejos de incrementar, o incluso apoyar la actual Ley de Dependencia, deciden recortar en más de 51 millones de euros las ayudas.
Como supondrán, cualquier parecido entre la novela de Atwood y la realidad es pura coincidencia. ¿O no? La obra de Atwood fue escrita en 1985, en pleno auge conservador, con Reagan siendo elegido presidente tras usar un discurso claramente cristiano en su campaña electoral, y con una teocracia en Irán instaurada en 1979. Leyendo los periódicos me entran escalofríos. ¿Hasta cuándo va a aguantar la sociedad este retroceso en libertades? Con la excusa de la crisis económica, nuestros dirigentes se entrometen en nuestra parcela privada, en libertades que ha costado mucho conseguir como el derecho de la mujer a elegir si desea quedarse embarazada o no. Nos acercamos peligrosamente a otra historia descrita por el gran Orwell en Animal Farm (Rebelión en la Granja) cuyo epílogo será reescrito, al igual que el cerdo Napoleón y sus secuaces, diciendo: "Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros".