martes, 10 de mayo de 2011

Tú no lo puedes entender. No tienes hijos

Estaba tranquilamente conversando en mi trabajo sobre mi experiencia en el campamento irlandés cuando una de mis compañeras me pregunta: ¿no te impresionó el hecho de tener que trabajar con niños con enfermedades serias? A lo cuál le contesté: lo cierto es que a los cinco minutos me olvidé de que esos niños estaban enfermos. Al fin y al cabo de eso se trataba: de que se sintieran niños normales en un ambiente normal sin ningún tipo de discriminación ni favoritismo por el simple hecho de estar enfermos. Entonces ella me miró con cara de absoluto pavor y me dijo: Ah claro. Tú no lo puedes entender porque no tienes hijos. En ese momento si hubiera sido un dibujo animado hubiera echado humo por las orejas. Realmente estoy muy cansada de que se me tase por mi función ovarial, y más cuando aún cuando esa tasadora es una mujer como yo, que me mira con una superioridad increíble por el simple hecho de haber parido. ¿Pero qué es esto? Sinceramente no entiendo a estas mujeres que de un día para otro se despiertan creyéndose supermamás y les va la vida en ello. Es muy loable que realicen su función con dignidad y con todo el amor del mundo. Pero por favor, ¡que nos dejen a las demás en paz! Siempre tratándonos con condescendencia: ayss, es que claro, tú tienes tanto tiempo libre... como diciéndome que mi tiempo no tiene ningún valor para la humanidad, ya que en vez de emplearlo en criar a un futuro abogado o ministro he decidido irme al cine. Una amiga mía siempre se está quejando de la presión social que sufre al haber tomado la decisión de no tener hijos. Decisión por otra parte más que respetable, y responsable: ¿para qué traer al mundo a un niño cuando no te apetece tenerlo? En mi caso esa decisión no está tomada, pero pasados los 30 el reloj biológico (bueno, en realidad ese reloj biológico se llama presión familiar por parte de abuelas, tíos, padres, etc) cada vez suena más fuerte. Y es en estos días, cuando una siente la presión inevitable del tiempo y es sabedora de que tiene que tomar una decisión que le afectará inevitablemente el resto de su vida (Ok, quizá me haya quedado un tanto catastrofista, pero en gran medida es verdad) es cuando más desearía ser un hombre como Papuchi o Anthony Quinn, que hasta el último momento de sus vidas fueron grandes engendradores.

lunes, 9 de mayo de 2011

El trabajo ¿dignifica?

"El obrero tiene más necesidad de respeto que de pan." (Karl Marx)
Hace meses que sigo con interés las noticias relacionadas con la avalancha de suicidios que se han cometido en France Télécom supuestamente a raíz de la privatización de la empresa y del cambio de estilo de gestión. Ya van 60 suicidios, y seguimos contando. Y lo peor de todo es que la noticia ya no hace la primera plana en un periódico. Nuevamente la hemos engullido, nos hemos familiarizado con ella como si fuera lo más normal del mundo: que en una misma empresa 60 personas se quiten la vida en un breve periodo de tiempo. He llegado a leer incluso que la media de suicidios del pais es más alta que la media de la empresa, y que por lo tanto no debería ni ser noticia. No sé lo que opinaréis, pero para mi esa afirmación es dedeznable. Y más cuando uno de sus últimos empleados se ha llegado a quemar a lo bonzo. ¿En qué nivel de desesperación se encontraría esa persona para cometer semejante acto?
El hecho de que una persona decida quitarse la vida debido a la presión laboral me impresiona notablemente, ya que yo, personalmente,  nunca contemplaría esa razón para acabar con mi vida. Y me puedo poner en el lugar de cualquiera de los trabajadores fácilmente. Por eso me impresiona tanto. Siento una total empatía ante esa situación porque yo misma la he sufrido en mis carnes. Yo misma he sido una empleada en una gran multinacional que, en los últimos años, a pesar de no tener pérdidas, no han llegado a alcanzar las cifras de sus previsiones y, por lo tanto, han tenido que hacer "reajustes". Independientemente de despidos o prejubilaciones (en esas circustancias, sinceramente, es la forma de salir más airosa), la presión que se empieza a ejercer sobre los trabajadores que no entran en esos planes de despidos es inaudito y desalmado. No es la primera vez que he escuchado el comentario: fulanito es director europeo. Imagina qué hijodeputa debe de ser y a cuánta gente debe de haber pisado para haber alcanzado ese puesto. Y eso dicho en boca de alguien cercano a ser un miembro honorario de la "obra" (ya me meteré de lleno otro día en ese tema tan contraductorio). Señores: ¿soy tan ingenua para alucinar con ese comentario? ¿Realmente  un alto ejecutivo o directivo con personas a su cargo debe de ser desalmado, frío y despiadado? Lo siento, pero no comparto en absoluto esa teoría. Sigo pensando que la motivación y el respeto mueve montañas, pero parece ser que en ciertos sectores y países (y por lo que veo en España está a la orden del día) es el trato común. Durante mis años en una gran multinacional he podido comprobar ciertas tácticas de presión. La más común es reducir tu autoestima al tamaño de un guisante. Debes de ser una persona realmente fuerte y con las ideas más o menos claras para no sucumbir ante esta estratagema. No sólo es una presión por parte de tus jefes, sino que tus compañeros colaboran indirectamente. De la noche a la mañana te das cuenta de que no tienes compañeros, sino escoltas de paisano que vigilan cada uno de tus movimientos: a qué hora sales, cuánto tiempo te has tomado en el café, con quién hablas... 
En estos trabajos tienes la presión por parte de los jefes a los cuáles no les importa que tengas vida exterior (se considera una actitud poco proactiva el salir a tu hora), ni que estés totalmente desmotivada (¿acaso no hemos hecho suficientes team buildings? La palabra desmotivación no puede estar dentro de nuestro diccionario corporativo). En una multinacional cuelgan por todas partes posters con la "misión" del departamento y lo bien que se trabaja en equipo, pero a nadie le importa si tu abuela se ha puesto enferma. En una multinacional eres un engranaje que tiene que trabajar de forma precisa y sin salirse del rail. En el momento que la pieza falla eres reemplazable. Si por cualquier circustancia, minucias y rollos legales, no es fácil echarte, te aislarán del entorno y te proporcionarán trabajo aún más insignificante como poner sellos durante ocho horas o simple y llanamente nada (y no hay nada peor que estar 9 horas sin hacer absolutamente nada). Eso si, no se les ocurrirá algo tan fácil como cambiarte de departamento o reciclarte, o proporcionarte nuevas tareas. En el momento que mencionas la falta de motivación suenan toas las alarmas y hay que deshacerse del sujeto en cuestión.
Me entristece muchísimo pensar que 60 personas no vieron salida a ese terrible monstruo corporativo. La salida es largarse de allí por patas. ¿Problemas económicos? Ya habrá otra manera de solventarlos, pero lo principal es salir de alli, ver la luz y volver a quererse a uno mismo. Este engendro gigantesco no se para ante nada ni nadie y tratará de engullir tu alma con tal de llegar al profit deseado.