viernes, 22 de julio de 2011

¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?


Escuchando la maravillosa canción de Fred Astaire de repente me he visto transportada a otra época donde los hombres siempre vestían de chaqué y las mujeres se ruborizaban con un simple piropo. Un tiempo en donde la vida era una gran pista de baile con suelos inmaculados en la que dos bailarines se deslizaban sonrientes y radiantes sin importarles nada. Cualquier historiador medianamente crítico en seguida me rebatiría diciendo que estas películas estaban rodeadas de ese halo de magia e irrealidad precisamente para transportar a los espectadores de la época a un mundo alejado de la cruda realidad que estaban viviendo en ese momento. Y lo cierto es que esas películas y canciones conmigo cumplen su función. Y es que cuando la realidad cotidiana se te hace cada día más insoportable, y te sientes asfixiada dentro de una sociedad que no acabas de comprender, es necesario tener unos minutos de calma para poder evadirte y soñar despierta.
El otro día vi la última película de Woody Allen: Midnight in Paris. Lo cierto es que llevaba bastante tiempo queriéndola ver y el otro día pasaba por un cine donde la ponían y no se me ocurrió mejor cosa que hacer en ese momento que entrar. Y este tipo de decisiones espontáneas hace que tu día pueda cambiar radicalmente. Y en mi caso lo hizo. La película me pareció una verdadera maravilla. Un gran homenaje a esa "Lost generation" de los años 20, ambientada en un Paris de ensueño y llena de personajes célebres como Hemingway, Fitzgerald, Dalí, Gertrude Stein o Luis Buñuel. Y a medida que iba viendo la película me pareció tan sumamente bella la propuesta que nos hacía el director... y es que, ¿realmente cualquier tiempo pasado fue mejor? Desde el minuto uno te invade una enorme nostalgia, y yo en concreto me sentí plenamente identificada con el protagonista: tener la impresión de haber nacido en el momento erróneo. Tener la sensación de que en otra época hubiera disfrutado más. En el caso del protagonista eran los años 20... en mi caso... siempre he sentido debilidad por los años 60, pero no los de España (qué época tan gris, tan de NoDo, por dios) sino los del mayo del 68 parisino o los del Swinging London. Desde bien jovencita fantaseaba con el haber vivido Woodstock o irme a manifestar enfrente de la Sorbona. En gran medida siempre me he sentido desubicada respecto a mis contemporáneos. Pero el final de la película de Allen hace que miremos las cosas desde una perspectiva diferente: ¿acaso los jóvenes de los años 20 o de los años 60 no se sentían exactamente de la misma forma? Si hubieran podido, ¿no hubieran preferido trasladarse a otra época de mayor esplendor cultural y social? Entonces, tras esa conclusión, salí con una enorme sonrisa en mis labios pensando que lo que ahora mismo me parece desasosiego y tristeza en un futuro, aunque ahora me parezca inconcebible, será envidiado y anhelado. Los jóvenes del 2065 quizá querrán vivir en el 2011. Y es que cuando miramos atrás distorsionamos e idealizamos tanto la realidad (quizá como un mecanismo de defensa) que todos los malos recuerdos se disuelven en los ríos del tiempo. 

sábado, 16 de julio de 2011

Esperando ....

"Lo que tarda tanto en llegar es igual que si no hubiera llegado, peor incluso, porque el cumplimiento a destiempo de lo que tanto se deseó acaba teniendo un reverso de sarcasmo"  Antonio Muñoz Molina


Aunque no siempre funciona, quisiera creer que la fórmula experiencia vital + años = evolución en la mayor parte de los casos funciona, a veces me encuentro en situaciones (más de las que realmente me gustaría reconocer) en las que la formulita se va al traste. En los últimos meses he seguido y diseccionado detenidamente un tema que por cercanía me llama mucho la atención. Lo cierto es que se podría considerar prosaico y cotidiano, pero ¿acaso nuestra trayectoria vital no está formada de pequeñas anécdotas entrelazadas? Escuchando a una amiga hablar sobre sus estrategias sobre cómo conocer/conseguir al hipotético hombre de sus sueños me deja anonadada y entretenida a partes iguales. Mi amiga en cuestión pasa ya de los treinta,  y se puede decir que ya ha tenido una trayectoria lo suficientemente larga como para darse cuenta de que el cuento chino de los príncipes azules no es más que eso: un cuento chino. Sin embargo, cada vez que se cruza con un hombre del cuál por unos motivos u otros pudiera estar interesada a medio/largo plazo, en seguida se enfunda su traje de dama desvalida y con virtud intacta, a la espera de que ese caballero en cuestión, después de luchar con dragones y ogros, de ir y volver de las cruzadas y de paso de rescatar el Santo Grial sea merecedor de su virtud. Esta situación me divierte y me inquieta a partes iguales, y más si tenemos en cuenta de que estamos en el siglo XXI, y grandes mujeres del pasado siglo XX como Simon de Beauvoir, Doris Lessing o Germaine Greer ya hablaban de la libertad de elección de la mujer a la hora de poder expresarse libremente no sólo en el terreno intelectual, sino también en el terreno sexual. Leo a estas mujeres, sobre todo a Beauvoir y Lessing, que escriben en la primera mitad del s.XX y a la vez me doy de bruces con una situación muchísimo más conservadora en el 2011. Mi amiga le recomienda a su hermana: “por favor, cuando quedes con ese chico espera, no te lances a su cama. Hazme caso”. Y yo me pregunto: ¿esperar a qué? ¿Acaso todavía seguimos pensando que el único que debe disfrutar en la cama es el hombre? Si dos adultos consienten, se atraen y quieren acostarse juntos, ¿qué problema hay? ¿Es cierto que los hombres, a día de hoy, siguen “valorando” más a una mujer que “cuida” su flor, “se hace valer” como dirían nuestras abuelas? ¿O por el contrario es una idea conservadora que muchas mujeres siguen llevando arraigada como herencia familiar? En cualquier caso, a mi me parece (quizá la expresión resulte un tanto exagerada para algunos, pero es como lo siento) una especie de “ablación virtual”. Una mujer que actúa así en ningún momento está disfrutando de su propia sexualidad. No es consciente de que la mujer se lo puede pasar en la cama igual de bien que el hombre. 


El caso es que mi amiga sigue con su vestido de princesa virtuosa, y siempre hace que el príncipe de turno espere y espere, hasta que el príncipe de turno acaba visitando otra torre que no está tan fortificada y deja a mi amiga en la almena  ondeando su casto pañuelo. Y ante esta situación mi amiga siempre responde: no me merecía. 


martes, 5 de julio de 2011

A esa inmensa minoría

"Sólo soy una mujer y ya es bastante" Gloria Fuertes
Aprovechando estos días de festejos del Gay Pride, me gustaría escribir sobre un tema que, a pesar de que a priori pudiera resultar bastante trillado, pienso que sigue a años luz de ser equiparado a la cada vez, afortunadamente, mayor normalización de los hombres homosexuales. Hablo, por supuesto, de la visibilidad de la mujer lesbiana. Aunque suene a tópico, desde mi punto de vista esa llamada "doble discriminación" por su condición de ser mujer y homosexual sigue a la orden del día. Y lo que más me entristece es que esa misma discriminación no sólo es producida por parte de un sector de la sociedad conservador y reaccionario, sino entre sus propios compañeros de batalla (gays) y los llamados progres, y lo que es peor: entre las propias mujeres. Durante estos días, dándome una vuelta por las fiestas del Orgullo, he podido observar y sobre todo escuchar ciertos comentarios jocosos provenientes de "gente liberal" y de gays declarados hacia mujeres lesbianas, tales como: "no me extraña que sea lesbiana; es fea como el demonio"; Y este comentario en concreto me llamó mucho la atención, porque aunque se pudiera pensar que provenía de un consumado hombre machista y garrulo, salía de la linda boquita de una mujer liberada y abanderada del mundo gay. ¿Qué podemos hacer cuando el enemigo forma parte de nuestras propias filas? ¿Será la ignorancia, el miedo, o simplemente la arrogancia? Partiendo de que en mi opinión una orientación sexual debería de ser tratada simplemente como una elección más, como a quien le excitan los zapatos rojos o las mujeres rubias, y que en el ámbito social o profesional no debería de tener mayor relevancia que el hecho de ser heterosexual (que siempre se da por hecho), me parece inadmisible que a estas alturas se sigan mofando de mujeres que aman a otras mujeres. Y cuando no existe esa mofa son desterradas a Oblivion  (el olvido). ¿Seguimos en el 2011 al ritmo de la canción azucarada de Mecano: Mujer contra mujer, y una pareja lesbiana sólo podrá hacer manitas debajo de la mesa? Nada parece indicar lo contrario. A diferencia de países anglosajones, concretamente en los EEUU, donde existe un poderoso lobby de mujeres lesbianas, tales como Ellen Degeneris o Jodie Foster, y con una fuerte tradición feminista, en España esa presencia es prácticamente nula o incluso me atrevería a decir accidental, ya que si existe esa representación ha sido desde rumores y bulos, como por ejemplo el outing de Elena Anaya dentro de los 50 gays, lesbianas y transexuales más influyentes de España. ¿Realmente eso era necesario? ¿Por qué no se respeta la intimidad de una persona si ella lo ha querido así? Y por otra parte, ¿por qué ese recelo de no ser una lesbiana reconocida? ¿Piensa que quizá pueda ser encasillada? En cualquier caso, aunque su decisión me parece legítima y respetable, pienso que todavía hace falta mayor visibilidad e información, y sobre todo, sería bueno el "acostumbrar" a la sociedad a la presencia de mujeres lesbianas en cualquier ámbito. Y sobre todo, las mujeres debemos de apoyar y no censurar o tratar con condescendencia a nuestras compañeras. Ese sería un buen comienzo. Y para terminar un pequeño homenaje a una inmensa escritora y abiertamente reconocida lesbiana, que llegó a ser poeta laureada de EEUU, independientemente de su condición sexual la cuál, por otra parte, jamás ocultó: Elizabeth Bishop.

Insomnia
Elizabeth Bishop (EEUU, 1911-1979)
The moon in the bureau mirror
looks out a million miles
(and perhaps with pride, at herself,
but she never, never smiles)
far and away beyond sleep, or
perhaps she's a daytime sleeper.

By the Universe deserted,
she'd tell it to go to hell,
and she'd find a body of water,
or a mirror, on which to dwell.
So wrap up care in a cobweb
and drop it down the well

into that world inverted
where left is always right,
where the shadows are really the body,
where we stay awake all night,
where the heavens are shallow as the sea
is now deep, and you love me.

*TRADUCCIÓN: La luna en el espejo del tocador/contempla un millón de millas (y quizá orgullosa de sí misma, pero nunca sonriendo), en la distancia y más allá del sueño, o quizá sueñe de día. Si el Universo la abandonara,/ella lo mandaría al infierno/y encontraría una extensión de agua,/o un espejo, donde morar./Envuelve pues tus angustias con una telarañay tíralas en el pozo/a ese mundo invertido/donde la izquierda es siempre la derecha, donde las sombras son en realidad el cuerpo,/donde nos quedamos despiertos toda la noche,/donde el cielo es tan llano como el mar/es ahora profundo, y donde tú me amas.