"Can a country's people be better than its plans?"
(¿Puede ser la gente de un país mejor que los propios planes de ese país?) ISMAIL KADARÉ
A la cita de Kadaré, después de mi viaje, podría responder: sin lugar a dudas. Y es que Albania es un pequeño país donde, en boca de un autóctono, siempre que se da un paso hacia adelante, se dan dos pasos hacia atrás. Lamentablemente esos "planes" de los que habla Kadaré siempre suelen estar en manos erróneas. Mi primera impresión nada más aterrizar fue POLVO. Polvo a raudales que se te mete por cualquier rincón de tu cuerpo. Cada vez que realizaba un mínimo viaje (incluso el equivalente de ir y volver del trabajo) me tenía que cambiar de ropa. Y es que los albaneses no han sido privados sólo de un reconocimiento en la vieja Europa, sino también de cualquier tipo de infraestructura, por muy básica que pensemos que sea. De nada sirve que los más de 3 millones de emigrantes que están fuera del país enviando remesas (es el mismo número de población que tiene el país dentro) lo inviertan abriendo cafés con aires cosmopolitas neoyorkinos o londinenses en honor a sus países de adopción si al salir del local no encuentras algo tan básico como una acera o una alcantarilla. por no hablar de los cortes de luz, que, según me dijeron, han mejorado en los últimos años, pero me temo que tienen que ver con la ausencia de semáforos en funcionamiento en Tirana (en otras poblaciones directamente no había ni semáforos). Pero la realidad albanesa es extremadamente dura y a la vez contradictoria. Dura porque no hay familia que no tenga a alguno de sus miembros trabajando en el extranjero, normalmente sin papeles, sin saber cuándo podrá regresar por miedo a no encontrar otro medio de vida. Y contradictoria, porque a pesar de haber tenido desde su apertura a occidente tras la caída del comunismo una gran afluencia de cultura gracias a su población emigrante no parece haber adoptado la principal máxima que hace que un país se desarrolle: educación. Andando por las calles es muy fácil encontrar cualquier pieza importada para tu nuevo y flamante Mercedes, o Smartphones de última generación vendidos en puestecillos callejeros. Pero te las desearás para encontrar una librería. Albania es un país con escasa producción propia. Prácticamente todo lo que consumen es importado, lo que me hace pensar, ¿no deberían de invertir en educación para formar a sus futuros ingenieros, arquitectos y médicos? La apertura hacia occidente fue brutal. De la noche a la mañana cambiaron la hoz y el martillo (impuestos) por un volante de Mercedes (reitero lo de Mercedes porque ese coche es su única religión).
Pero sin lugar a dudas el mayor choque cultural que sufrí fue durante mi viaje hacia el norte del país. Creo que debo de ser una de las pocas personas occidentales (no exagero) a las que se le han abierto completamente las puertas en un mundo tan remoto como es el que encierran las montañas de Korabi. En esas poblaciones el código del Kanun sigue tan vigente como hace 500 años e incluso mucho más que con la dictadura comunista (donde estaba ferozmente perseguido y penado por la ley). Como mujer puedo asegurar que el choque fue todavía más brutal. La concepción de la mujer en esta parte del país es el de mera reproductora. En una familia siempre se desea tener hijos varones, ya que éstos son considerados como un bien, una inversión, mientras que las hijas acabarán yéndose con la familia del marido. Las mujeres desde que nacen saben que en el momento de su matrimonio deberán olvidarse de su familia prácticamente, ya que su nueva familia será la del marido. Por lo que pude comprobar, la edad de casamiento de las mujeres solía ser a partir de los 20 años, siendo los 18 la edad de compromiso. El hombre siempre era unos 8-10 años. Desde que la mujer supera la pubertad estará prácticamente encerrada en casa con sus quehaceres domésticos para evitar ser vista en malas compañías o que algún vecino avispado decida que esa chica no es lo suficiente buena para el matrimonio (los vecinos de las mujeres se convierten en espías potenciales cuando alguien busca mujer, ya que siempre se pregunta por el comportamiento de la chica a la gente de su alrededor, y nunca a la propia chica). Curiosamente conocí a dos chicas, de 15 y 18 años respectivamente (la de 18 me confesó en primicia que ese mismo fin de semana sus padres la iban a comprometer) que hablaban un más que aceptable castellano. Ante mi sorpresa ellas me explicaron que lo aprendieron en las telenovelas. Cuando su padre se enteró de que sus hijas hablaban español se maldijo y se echó las manos a la cabeza pensando que el resto de los vecinos iban a pensar que eran unas vagas ya que veían telenovelas en vez de realizar las tareas del hogar. Continuemos. una mujer, una vez casada, no podrá salir sin su marido o familiares. A ser posible siempre tendrá que ir vestida de forma femenina, con joyas (oro) y ligeramente maquillada. Las joyas son un estatus, aunque para mi eran más bien un "sello de propiedad". Por supuesto es inconcebible el ver a una mujer fumar, aunque los hombres fumen y beban a sus anchas. Después de haber superado el shock los primeros días (un día me tuve que quedar encerrada en el lavabo esperando a que el vecino de turno pasara ya que está muy mal visto que un hombre de visita vea a una mujer salir del baño) decidí tomármelo como un estudio de campo y me alegré enormemente de que esa situación fuera para mi pasajera (aunque sufrí mucho pensando en otras, y más sabiendo que no podía hacer absolutamente nada). Así que me dispuse a sacar partido de la experiencia y sumergirme dentro de ese asfixiante mundo femenino gracias a mis intérpretes de español e inglés. Descubrí no sin horror que si una mujer no puede tener hijos será repudiada y su marido se podrá casar con otra, mientras que si un hombre es estéril no pasa absolutamente nada. También descubrí que es una práctica corriente de emigrantes llegar, casarse y dejar a la mujer con su familia a modo de aportación de trabajo casero mientras que los emigrantes vuelven a Occidente a trabajar y a vivir una vida plena de soltero (no sé si ellas se lo imaginan o prefieren no pensarlo, pero en cualquier caso debe de ser inmensamente doloroso ver a tu marido cada dos-tres años, que te haga un hijo y te vuelva a dejar sola con los suegros).
Sin embargo, como contrapartida, en mi penúltimo día en Albania hice un hallazgo que me alucinó: en días anteriores había estado leyendo en una guía sobre la existencia de ciertas Mujeres-hombres que existían desde tiempo inmemorial en el norte de Albania. Eran las llamadas Vírgenes Juradas. Eran mujeres que en una sociedad eminentemente patriarcal, cuando en su familia no había ningún varón, ya fuera por fallecimiento o por no nacimiento, ellas asumían el aspecto y el rol de un hombre por necesidad para sacar a la familia adelante. Pues bien... ¡conocí a una! Obviamente no llevaba el mismo look que su compatriota de la derecha, pero sin lugar a dudas estaba delante de una. Una tarde cogimos un taxi, y cuál fue mi sorpresa cuando tardé al menos 15 minutos en identificar a un señor orondo con una camiseta sudorosa de los Chicago Bulls y con una voz de cazallero con una mujer. Esa mujer nos explicó que ella había criado al hijo de su hermana ya que ella se quedó soltera (como buena virgen jurada, o quizá lesbiana, añadiría yo) y ahora estaba viviendo en EEUU. Nos lo explicaba llena de orgullo. Esa mujer además de taxista también era camionera y era perfectamente reconocida en todas partes. Varias cosas me sorprendieron: el hecho de que todo el mundo a su alrededor se lo tomara con una naturalidad absoluta y el hecho de que fuera cristiana (llevaba una cruz en el taxi). Y es que allí comprendí que dentro de sus contradicciones, Albania, a pesar de ser una país anclado en cierta forma en las tradiciones y costumbres, a la vez sorprende por su gran tolerancia en otros aspectos: conviven tres religiones sin ningún problema: musulmana, ortodoxa y cristiana (con sus respectivas mezquitas o iglesias), no les sorprende en absoluto la presencia de extranjeros y sus costumbres (por ejemplo yo) y son tremendamente hospitalarios. En ningún momento me sentí amenazada ni excluida por no ser musulmana, y vi que su práctica de la religión era extremadamente laxa (las mujeres no iban con el pelo cubierto, tan solo las abuelas y algunas mujeres de pueblo). También hay que destacar la gran diferencia entre los albaneses de Kosovo (completamente europeizados, muy cool, con sus videos musicales en la MTV albanesa) y los albaneses de Albania. En conclusión, podría estar hablando y escribiendo hojas y hojas sobre este país tan desconocido, pero no acabaría nunca. lo cierto es que pienso volver, ya que soy consciente de que sólo he visto una mínima parte de un asombroso país (Albania tiene más de 400 km de playas que no tienen nada que envidiar a Croacia o Grecia). Sólo espero que la próxima vez pueda chapurrear algo más de albanés. Por el momento alcanzo a decir: faleminderit shumë y mirupafshim.
P.D. No pude leer ni una sola página del libro de Kadaré. Oh well, nevermind. Maybe next time :-)